Benito Pérez Galdós

Nace Benito Pérez Galdós el 10 de mayo de 1843 en la vivienda familiar de la calle Cano de Las Palmas de Gran Canaria. Disfruta el pequeño Benito de una infancia y juventud marcada por la sólida formación recibida en el Colegio de San Agustín de la capital grancanaria y el apoyo familiar que espoleó su temprana afición por las artes y las letras.

Fruto de esos intereses son sus primeros trabajos pictóricos y literarios que tienen como principal protagonista la nueva sociedad capitalina, que en la primera mitad del siglo XIX y auspiciada por la ideas de la Ilustración, heredadas de la labor de José de Viera y Clavijo, cristalizan en instituciones que serán claves para la historia de Gran Canaria: el Gabinete Literario, el Teatro Cairasco y la Sociedad Filarmónica de Las Palmas de Gran Canaria.

Tras realizar, en 1862, el examen de grado de Bachiller en Artes, en el Instituto Provincial de La laguna, se traslada a Madrid para iniciar los estudios de Derecho.

Ya en la capital del reino comenzó a frecuentar tertulias literarias, las sesiones del Ateneo y a colaborar en los más importantes periódicos de la España de la segunda mitad del siglo XIX. Poco a poco incursiona en la escritura, publicando en 1870 La Fontana de Oro, su primera novela. A partir de entonces, su labor como escritor es ininterrumpida, hasta que en 1918 redacta su último texto, Antón Caballero.

Es la literatura galdosiana única y fruto de la suma de una labor artística, en la que el autor participa primero de los modos naturalistas que supo adaptar a sus propios intereses y necesidades. Al mismo tiempo, bebió de las fuentes clásicas extranjeras y nacionales; así, autores como Cervantes y Shakespeare, obras como La Celestina de Rojas, y géneros como la picaresca, laten en sus obras.

Pero además, influencias de autores coetáneos como Balzac, Dickens, Flaubert, Zola, Tolstoi y Dostoievski, entre muchos otros, asoman en sus páginas; sin desdeñar las huellas del folletín, la prensa, la ópera, el sainete y del llamado género chico. Todo ello, unido al cultivo de la novela, el cuento, el teatro, la prensa y el ensayo; por citar los géneros más significativos, convierten a Benito Pérez Galdós en una de las figuras más significativas del panorama literario universal de todos los tiempos.

Escritor realista

Como escritor realista intentó reflejar el espectáculo ofrecido por la clase media española, abordando los más diversos aspectos de la sociedad de su época. Grandes temas de su escritura son la importancia de la educación, como vehículo de regeneracionismo sociopolítico, la defensa de la educación de la mujer, el conflicto religioso, la denuncia de la doble moral y de las supersticiones populares, y la defensa del progreso científico, como garantía de desarrollo sociocultural.

Su producción narrativa, la más estudiada y conocida en nuestros días, comprende 77 novelas, incluidos los 46 Episodios Nacionales, entre las que destacan títulos como Trafalgar, Cádiz, Doña Perfecta, Marianela, Tormento, Fortunata y Jacinta, Miau, Tristana, Misericordia, Nazarín y El abuelo, entre muchos otros.

Una nueva visión del teatro

Amó profundamente y cultivó, también, el género teatral con una cosecha de más de una veintena de obras. En el marco de su trayectoria dramática, sobreviene el tránsito del siglo XIX al XX, dándose la convivencia con autores que desarrollan sus piezas teatrales dentro del marco de la alta comedia y escritores noveles que comienzan la regeneración de la escena española. Pérez Galdós comparte con estos últimos una visión nueva del teatro.

Su concepción escénica ahonda en el estudio psicológico de los caracteres y de los conflictos que pone en escena dejando atrás los estereotipados modelos de sus coetáneos. Algunos de los dramas son adaptaciones de sus novelas, destacamos Realidad, Doña Perfecta y El abuelo; mientras que otras son títulos originales, como Voluntad, La fiera, Electra y Amor y ciencia, por citar solo algunas obras.

Aficionado a las artes en general, especialmente al dibujo, la pintura y la música, ha sido considerado desde siempre uno de los principales escritores españoles de todas las épocas, cuya influencia pervive en autores de nuestro tiempo.

Su obra literaria, traducida a numerosos idiomas, constituye una de las cimas de la narrativa europea del siglo XIX.

Muere en Madrid, el 4 de enero de 1920. Todo el país lamentó la pérdida de una de las personalidades españolas más ilustres.

Hoy, su casa natal, convertida en Casa-Museo Pérez Galdós y depositaria del legado del autor, junto al Centro de Estudios Galdosianos, (calle Cano 2 y 6), testimonian el reconocimiento hacia uno de los canarios más universales, por su prestigio como escritor y por el alcance de su pensamiento.

Victoria Galván González
Directora Casa-Museo Pérez Galdós

 

Don Benito y el Teatro Pérez Galdós
Gran Teatro de la pescadería de Benito Pérez Galdós. Historia de un homenaje.

Con su espíritu artístico bien marcado desde su infancia, Benito Pérez Galdós desarrolló un gran interés por la pintura y el dibujo. Fruto del interés que siempre despertó en Pérez Galdós la realidad que le rodeaba surge el álbum Gran Teatro de la pescadería, un ejercicio juvenil en el que el autor se muestra como un dibujante muy dotado para la sátira y la caricatura.

El controvertido proyecto de emplazar el nuevo teatro en Las Palmas de Gran Canaria en el solar de Bocabarranco o de la Pescadería causó gran revuelo entre la ciudadanía, que argumentando pros y contras quedó dividida en una viva polémica.

Don Benito toma partido en el debate y desgrana a lo largo de más de sesenta láminas y en tono burlesco los problemas que podría causar la proximidad del coliseo al mar.

En la serie de dibujos se suceden las situaciones cómico-trágicas que Pérez Galdós resuelve a base de grandes dosis de ironía y parodia: la página titular presenta un telón medio caído que se desploma sobre el dios de los mares, la fachada del Teatro se inunda de plantas y fauna marina ante la proximidad del mar, pescadores lanzando la caña desde el teatro, pescados en roles de actor...

El teatro se inauguró bajo el nombre de Tirso de Molina en 1890. La consolidación y proyección de Benito Pérez Galdós como autor literario a lo largo de esos años hizo que la población nunca se identificara con el apelativo del dramaturgo del Siglo de Oro y se decantase de manera espontánea por denominar al teatro con el de su hijo ilustre.

Tras los éxitos cosechados por don Benito y fruto de la admiración y reconocimiento de sus paisanos el teatro mudó de nombre, y hoy, bajo la nominación de Teatro Pérez Galdós, participa de los numerosos reconocimientos que salpican el paisaje capitalino y que se extienden a lo largo de toda la geografía insular, isleña, nacional e internacional en homenaje al escritor canario más universal.