‘Con cariño y con cuidado’, Valeria Castro inicia su gira despedida en el Auditorio Alfredo Kraus

Ella estaba deseando cantar en este escenario. Ellos estaban deseando verla para admirarla y escucharla. En un Auditorio con todas sus butacas ocupadas, Valeria Castro se presentó puntual a su cita. Echó un vistazo al gran ventanal que le separaba del océano Atlántico. Quería que ese fuera su decorado escénico. El mar y su banda, piano, guitarra, batería y contrabajo arropándola en un círculo roto. El mar, sus músicos y haces de luces blancas, que acompañarán sus emociones y su presencia. Se presentó de blanco, de arriba a abajo. Vestida de típica canaria, pero blanca. Una tamarca y una blusa. Con botas blancas. Ya es su marca. Es su estilo. Resalta con su melena negra la sencillez del escenario y la transparencia de su alma. Arrancó. Suave. Intima. Sensible y frágil. Como parece. que lo que parece, no siempre es lo que se es.

“El Alfredo Kraus era ese sueño que tenía pendiente” dice entre risas la joven palmera minutos antes de encontrarse con sus compadres, con calma, pero sabiendo que hay prisa, mi niña. “Hay otros artistas que han soñado con el WiZink Center de Madrid. Pues a lo mejor sí, pero yo primero soñaba con el Auditorio Alfredo Kraus. Entonces para mí, empezar aquí, y encima en vísperas de mi cumpleaños, es donde quería traer este disco. Es muy bonito estar aquí”.

Pero en realidad Valeria ya estuvo en el Auditorio. En una sala más pequeña, la Jerónimo Saavedra, para presentar su primer EP, ’Chiquita’, que prometía y mucho, como ella, como pequeña joven promesa. En él estaba su Guerrera. En él estaba su gran tesoro, su belleza, su misterio, su vulnerabilidad que le dio tanta fortaleza, que enorgullece y dignifica la identidad canaria. Esa que ahora lleva con orgullo y humildad con su gira viajando por el mundo hasta toparse con la nominación a los Premios Latin Grammy 2023 por La Raíz. Ese orgullo lo trasladó con palabras al público de anoche en el concierto del Auditorio Alfredo Kraus. No paró de hablar con esa repleta sala espectante entre canción y canción. “Estamos entre amigos”, decía, “Canarias se defiende”. Constantemente nombraba sus raíces y compartía su añoranza por su tierra, su echar de menos a su madre,Esther, a su abuela, Micaela. Arrancando así más aplausos, no solo con su sensible y versátil voz y con sus musicales sentimientos. También regaló risas al subir al escenario a un niño, al que le cantó una canción mientras él le miraba impasible. Mostró la fuerza de un volcán con Culpa y volvió a levantar a los asistentes.

Valeria está lanzando un mensaje de hermandad casi olvidado, con música, alma y voz. Ella se cuida y cuida. Lo hace con percusión, timple, tambores, piano, bajos y contrabajos. con lírico y folclore. Con cada letra, cada párrafo, con identidad canaria y con cariño. El mismo que recibió, con los inmensos y continuos aplausos del Auditorio Alfredo Kraus, con admiración compartida y algún que entrañable y añejo grancanario: “Pio, pio”.

La raíz canaria por el mundo

El concierto de Valeria Castro ‘Con cariño y con cuidado’ celebrado este jueves, 25 de abril, en el Auditorio Alfredo Kraus, es una coproducción de Latitud Canarias y la Fundación Auditorio y Teatro. La artista canaria acaba de recibir su primera nominación de los Latin Grammy en la categoría de Mejor Canción de Autor por su tema la raíz.  Con este reconocimiento, entre otros, vuelve a su tierra a despedir la gira de su primer disco:  'Con cariño y con cuidado'. Ella es la "guerrera" palmera que ha conquistado el mundo musical con sus composiciones, emocionalidad y profunda calidez.  Ella es Valeria Castro, conocida por poseer una voz excepcionalmente delicada y conmovedora, capaz de evocar profundas emociones.

En este concierto brinda una introspección personal, un ejercicio de autoestima y amor propio. Porque es evidente que Valeria se dedica a temas que realmente tocan el alma y emocionan: su conexión con su lugar de origen, La Palma, su familia y su entorno, que es innegable. En 'con cariño y con cuidado', la cantante ha creado un hilo conductor o una espina dorsal para mostrar un autorretrato: el de una muchacha isleña ultrasensible que se abre en canal para dejarnos ver las entrañas mismas del alma. Es el testimonio, en primera persona del singular, de una joven que hace de su verdad el germen irrenunciable de su mensaje. La zona cero de una confesión de empatía y sinceridad devastadoras. Pero, es más, en su canto no solo se representa a sí misma, sino que también a la voz de su pueblo y su forma de vida. Encarna la sinceridad y la esencia, mostrando una autenticidad palpable que toca el corazón de quien la escucha.